El problema viene, a veces, con dónde bebes; como, por ejemplo, una subasta benéfica, y de repente ese artículo que están subastando parece tan fantástico... Que por la mañana te encuentras que has comprado los planos de un agujero hobbit.
O eso fue lo que le pasó al señor de la fotografía, aunque por desvirtuaciones de la historia (y que su cuenta de Redit, donde saltó la noticia fue borrada) nunca sabremos ni su nombre, ni su nacionalidad.
Al levantarse por la mañana, con su resaca, y encontrarse con que finalmente había comprado los planos para una casa hobbit (aunque el término correcto según Tolkien sería agujero), decidió ni corto, ni perezoso ponerse manos a la obra.
¿Como opináis que le quedo?
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